Amanece una mañana soleada en plena llanura de Castilla, nos despertamos y nos levantamos sobre las 8.30 de la mañana, la etapa anterior me había encontrado bien y viendo las fotos del primer día me había dado cuenta que estaba perdiendo peso, mi barriga casi había desaparecido, las piernas y brazos están más estilizados y la cara la tengo más afilada y curtida por el sol, no obstante me sigo encontrando motivado y bien de fuerzas, recuperado a pesar de la kilometrada del día anterior y haber completado casi 330 kilómetros desde que salí de Consuegra.
Partimos sobre las 9 y media de la mañana después de desayunar en el hotel, luego tomamos dirección a Nava del Rey, el camino esta etapa es muy llano aunque tiene más repechos y bajadas que la tapa anterior, seguimos avanzando a buen hasta que nos encontramos el siguiente pueblo que es Siete Iglesias de Trabancos en el cuál paramos a hidratarnos y tomar una barrita.
Salimos de Siete Iglesias cuyas indicaciones del camino están perfectamente señalizadas (se nota que cada vez estamos más cerca de Santiago) y después de avanzar por pistas entre campos de cultivo llegamos al siguiente pueblo, Castronuño, donde nos encontramos con el río Duero, río que no perderemos de vista hasta llegar a Zamora.
Río Duero entre Castronuño y Villafranca del Duero.
El río Duero da riqueza a la agricultura de su ribera por la red de canales que abastecen los campos de cultivo, nos estamos adentrando en la ribera del Duero, los carteles promocionales del vino de esta denominación de origen se suceden uno detrás de otro, Vino de Toro, Rueda….. seguimos pedaleando por agradables pistas asfaltadas hasta que nos surje el primer y único contratiempo de la jornada, después de salir de Villafranca del Duero había «pinchado» la rueda delantera, en esta rueda tengo una banda antipinchazos, a pesar de haber “matado” los bordes con cinta aislante para evitar que la banda se coma la cámara, la cinta aislante se había erosionado y la banda ha seccionado la cámara por un punto, cuando quito la banda veo que hay un tornillo cablado en la banda que no la había atravesado y algún pincho sobre la banda, por lo tanto pienso que, al menos que haya visto, me había ahorrado dos pinchazos por tanto la banda antipinchazos al final había cumplido parcialmente su cometido que es evitar pinchazos, aunque haya seccionado la cámara, así que cambio la cámara por una nueva y prosigo la marcha. Cuando lo estaba cambiando nos encontramos con el cuarto peregrino, un tipo de más de 60 años con barba blanca de naúfrago que nos preguntó que qué nos había pasado y le dije que había pinchado pero el tipo sin hacer ademán de ayudarnos prosiguió su marcha, al final conseguimos arreglarlo y continuamos nuestra marcha dirección Toro. Para los que uséis banda antipinchazos os doy un consejo porque vengo del futuro, usar la bandas de Fundax, son de piel, eso evita o casi reduce que la propia banda seccione la cámaras y son muy efectivas para los pinchazos, eso sí en la rueda delantera, después de 4500 km en la rueda delantera 0 pinchazos, para la rueda de detrás si lleváis alforjas no pongáis banda, utilizar líquido antipinchazos es efectiva contra los pinchazos y no añade riesgos de abrasión por presión a la cámara.
Al final llegamos a Toro por una entrada que va por una calle superempinada, y nada, a hacer empujing hasta llegar al casco histórico.
Toro es un pueblo muy bonito, está situado en un cerro, con un casco histórico rico patrimonialmente con sus iglesias, arcos, calles empedradas y unas vistas a la Rivera del Duero muy bonitas, después de una visita culturoturística ya habíamos hecho hambre y preguntamos a un lugareño muy atento que nos recomendase un restaurante para comer bien y él nos indica un local con un menú no demasiado barato, pero de muy buena calidad-precio y nos dirigimos a él, de camino al este restaurante conocemos al quinto y sexto peregrino, bueno, bicigrinos, una pareja de americanos que iban en tándem desde Valencia y querían llegar a Santiago, hablamos un rato y nos dieron su tarjeta con su nombre y el blog que actualizaban diariamente, ¡qué nivel Maribel!
Llegamos al restaurante y probamos una suculenta comida y bastante bien elaborada, tomamos el café de rigor y damos otra vuelta para terminar de visitar el casco histórico de Toro, que como el de Arévalo no tenía muchos turistas aunque es día laboral estaba bastante vacío, teniendo en cuenta la belleza de la ciudad.
Terminamos de visitarlo y partimos dirección Zamora, sin parar a visitar ninguno de los pueblos, pero intentaremos disfrutar del paisaje, paisaje de rivera del Duero con muchos árboles y mucha vegetación así que partimos hacia Villalazán no sin antes cruzar el Duero por 2 puentes para luego ir a Villaralbo, pueblo antes de llegar a Zamora, en este tramo después de comer el calor (y los km) estaba empezando a pasar factura, las ganas de llegar al destino eran un poco mayores que el disfrute, esta sensación en algún momento la tendríamos y ya ha llegado, así que nos centramos en pedalear y sin parar en ningún sitio nos centramos en llegar lo antes posible a Zamora.
Al final llegamos a Zamora sobre las 5 de la tarde, ciudad que no conocía de la cuál me sorprendió el estilo románico de sus iglesias y demás edificios, hoy me apetecía dormir en hotel, así que tiramos de booking y encontramos uno relativamente barato donde pudimos dormir, pero que no tenía parking de bicis, así que la recepcionista nos propuso que las subiésemos a la habitación, propuesta a la que accedimos, luego nos refrescamos y aseamos y seguidamente bajamos a dar un paseo por Zamora. Paseando nos encontramos con otros dos peregrinos, peregrinos que iban en bicicleta y saludamos pero que en Zamora no hablamos con ellos.
Cenamos, y dimos una vuelta ya de noche y pudimos disfrutar la belleza de su patrimonio monumental y de sus vistas al río Duero con su puente romano.
El camino de Levante termina en Zamora, así que puedo decir que he terminado el camino de Levante desde Consuegra, el siguiente camino que vamos a tomar es la Vía de la Plata.
CICLONOCIENDO ESPAÑA. 